domingo, noviembre 05, 2006

Y aquí vamos de nuevo


Cojo mis audífonos. “Knives out” comienza a recorrer mis sentidos. Un gato se atraviesa en mi camino, más bien, yo tropecé en el suyo. Es pequeño pero con dos enormes ojos que me intimidan. Siempre me han intimidado los gatos. Los motivos, no los sé. Tal vez por eso no me gustan.

Luego de evitar al gato sigo mi camino. Debo llegar a la Alameda en menos de 30 minutos, algo casi imposible de lograr si consideramos que vivo en La Florida.
Me siento en el paradero con mis ánimos desesperanzados. Creo que no llegaré a tiempo a la clase. Han pasado más de 10 minutos, lo mejor es devolverme a casa, pero lo malo es que no quiero volver. No quiero estar allá, ni tampoco acá, menos en clases.

Ya no me explico qué está pasando, por lo que sospecho que terminaré culpando a la alineación de los planetas, la cual no me está favoreciendo.
¡Ups! Se me olvidaba que no creo en la astrología ni en esas cosas con las que Zulma se hace sus monedas.

Entonces ¿qué viene?

Garbage está acosando a mis audífonos. Finalmente aparece la 357. Subo. El chofer me mira con cara de matón. Recibe los $120 y para variar no me entrega boleto ¿qué extraño no? Me siento al lado de la ventana, un sinnúmero de paisajes grises van quedando atrás para darles paso a otros en los próximos semáforos.

Una sensación algo viciada llega a mí. No es algo nuevo: hace meses que se familiarizó conmigo. Lo que no entiendo es que, a pesar de ser un agradable estremecimiento, me hace mal.

Mis tentativas de apartar aquello de mi cabeza resultan infructuosas: por más que intento poner mis pensamientos en otro contexto éstos vuelven a caer. Son unos malditos reincidentes.

Después de unas 12 o 15 canciones llego a Plaza Italia.

Tamara, despierta. Tu realidad universitaria está a cinco minutos de acá. Debes moldear tu sonrisa y tus frases cliché para la rutina social de costumbre en República.

La Moneda me saluda con aires burocráticos. No le devuelvo el saludo. Espero topar mi vista con la Facultad de Odontología de la Mayor, ya que a la otra cuadra me bajo y comienza mi vida supuestamente responsable.

Piso tierra firme. Atravieso en el semáforo. Miro hacia atrás buscando la manera de sajarme de todo esto, pero no la encuentro.

Sacudo mis pensamientos en ansias de colocarlos en su lugar. Lo malo es que no sé cuál es ese lugar.
Ya estoy en R7. Mi vida autodidacta se ve amenazada. Mis pensamientos reales se esconden del mundo al cual los estoy exponiendo.

-¡Wena pos Negra! ¿Cómo estay?-

Me saco los audífonos: la música deja de sonar en mis oídos.
Y aquí vamos de nuevo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

no hay nada mejor k la musica para abandonar los responsos k se viven a diario en las micros...

la musica me sumerge en mi mundo interior...
ese k controlo y reino.

en el k soy todo y nada.

la rutina encadena.

Para romper la inercia hay k hacer cosas simples k te saken de lo rutinario...

visitar gente k no ves hace tiempo...
ir a lugares k siempre kisiste conocer...
ir alñ teatro

al cine

o una conversacion de akellas...


cuidate
tamy

me gusta mucho lo k escribes
MIII KFY

_______________________panchimus__::