lunes, agosto 23, 2010

Insomnio: Jodorowsky versus Wally

Jodorowsky cada cierto tiempo se me viene a la mente y martilla mis neuronas; al punto de provocar días de insomnio y ojeras más oscuras que las bolsas extra grandes de basura.

Denominador común: "cesa de definirte: concédete todas las posibilidades de ser, cambia de caminos cuantas veces te sea necesario..."... gracias señor Jodorowsy; gracias por regalarme días sin tregua con el estado del sueño y por regalarme la acción continua de pensar, pensar, pensar y pensar...

En definirme está el temor, pero también se encuentra el miedo a cambiar y cambiar... es necesario pero, ¿puedo permitírmelo?. Las presiones autoprovocadas, el rostro de mis seres queridos en mi cabeza esperando más de mí, mis pensamientos que me despiertan y culminan en jaquecas... y otra cosa: el miedo ¿dónde lo dejo? lo enclaustro y aún así se rebela con sus aires de Juana de arco...
Jodorowsky me abrió las puertas a muchas respuestas, pero también me dejó más perdida que el juego de "¿dónde está Wally?"... en fin trataré de encontrar a wally pero con calma... total si alguien lo encuentra primero podría darme una manito, pero que no se enoje si no me satisface el Wally encontrado...

Buenas noches Don Jodorowsky, espero que descance... por lo menos más que yo.

miércoles, septiembre 23, 2009

Cuádriceps cerebrales


Hoy fueron tres escalones, ayer dos. Antes de ayer... eh... no recuerdo, pero deben haber sido más de uno; es lo más probable.


Hasta hoy dudo si esto en algún momento debo repararle o si debo aceptarlo como parte de tanta dualidad... ¿característica personal o problema de desódenes sinápticos?


Bah... qué importa. Las neuronas son mías, y mis llantos también.


Relájense un poquito y tómense un buen tequila (con 'gusanito' incluido si así lo prefieren) porque tienen escalones para subir y bajar para rato, lo que es yo ya me hice una experta y hasta hoy mis cuádriceps cerebrales me lo agradecen (cuando están de humor).

sábado, abril 04, 2009

Tal vez Alighieri tenía razón


Hace bastante tiempo que no me sentaba a escribir: había dejado a un lado mi hábito de fijar en letras la marea de ideas que se me vienen a cada segundo a mi cabeza. Pero aquí estoy… como siempre ocurre en todos los ámbitos de mi vida, vuelvo a mis conductas originales, a las que –aunque quiera dejar, omitir u olvidar- siempre serán mi punto de partida.

Durante estos últimos meses opté por renunciar a la subestimación de mi capacidad de asombro. Decidí “remasticar” aquellos años de “no sorpresa” y saqué lo mejor de todo eso: concluí que necesitaba urgentemente volver a creer (de manera vibracional) en lo que daba por certero, como predecible. Asumí -con grandes esfuerzos internos- que mi emoción debía reaparecer, la pasión por lo que me mueve: mi dualidad intrínseca respecto de la sensación versus el pensamiento.

Admito con gran responsabilidad la conducta que adapté en cuanto a no dejarme llevar. El escudo que construí realmente me ha dejado perpleja: nunca creí que sería capaz de reflejar la predicción automática de La negación al asombro cuando en mi interior todo se revuelve como montaña rusa de emociones y sensaciones. Concluyo, incluso, que florecieron algunos dotes actorales en mí (que gran parte de mi familia orgullosamente posee como parte de sus habilidades), de tal manera que el papel que me auto adjudiqué me lo estaba creyendo en su totalidad.

Agradezco la pausa que me permití, pero a quienes más retribuyo ello es a los que siempre permanecieron ahí, a los que nunca olvidaron mi esencia de complejidades y que aprendieron a verlas como una raíz respecto de mi entereza, es más: fueron capaces de darme a entender que mis laberintos racionales poseen una intensidad emocional diferente, que derivan en ideas atractivas y poco comunes, algo así como un “matiz distinto”.

Beatriz, sí. Creo que de ahora en adelante tendré más en cuenta la relación explicativa de aquel apodo que me fue obsequiado por un gran amigo. Desde este momento denominaré como Beatriz a ese torbellino interno que me identifica. Me ayudará a no volver a enterrar mi esencia, sino que me empujará diariamente a recordar que –lamentablemente o meritoriamente- las dualidades son la parte exponencial de mi real significado. Tal vez Alighieri tenía razón, a partir de hoy no negaré la posibilidad de ver mis laberintos como una virtud característica
.

jueves, noviembre 29, 2007

"Súper todo"



¿Y qué se viene?

Como que no apetezco algo muy fuera de lo normal: me he acostumbrado a que lo que uno menos espera llega más pronto que lo que uno cree querer y termina siendo lo inesperado el que se gana el favoritismo personal y, por ende, el premio mayor.

Así que aquí me encuentro, escuchando una hilera de temas notables que están tocando en el dial y esperando nada, queriendo de trasfondo un "súper todo".

martes, octubre 30, 2007

Factor sorpresa

En anteriores oportunidades todo había sido mucho más fácil: cosa de ir y venir, de venir e ir o, incluso, cosa de ir y no volver jamás.
Era cuestión de ir raspando las nostalgias con ojos ya manchados, ni siquiera mojados.
Si dejaba las puertas retorcidas de tanto colocarles seguros, qué más daba; total, así no cabía oportunidad de arrepentimiento ni de vuelta atrás.
El tiempo (por no decir la vejez) me giró el mundo, las perspectivas y los encrucijados puntos de vista. Me quitó uno que otro miedo, pero me agregó diez o más inseguridades que en mi existencia pensé darles alojo en algún rincón de mi cabeza.

"La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida", algo así decía la canción ¿o no?
Que la conciencia me grita desde la cocina, que las responsabilidades me lavan el cerebro, que las discuciones internas me provocan cóleras, que la mierda aquí, que la mierda allá; et-cé-te-ra.
Las virtudes no vienen de la educación de los buenos hábitos, como me dicen en deontología. Los vicios son las únicas repeticiones de actos Y MÁS QUE CONTINUOS, sin embargo, las bondades están a régimen, casi al borde de la anorexia ética.

¿Que estoy refutando lo que me pasan en clases?
Em... sí, definitivamente.
No se me pasean mis historias por libros llenos de teoría, sino que se me caen a costalazos y se pelan las rodillas. Pero supongo que es parte del juego, de ese que decidí jugar a total inconciencia y con no-sana irreflexión...
¡Boom!
Y que se me vino la sorpresa encima, dando peso por "sacos de plomo" en mis hombros.

jueves, octubre 25, 2007

Es, es, es... tiempo


Es el tiempo. Sí, el maldito tiempo.
Es la permanencia de heridas entreabiertas.
Es la cura pasajera, la alegría de lo ligero.
Es el trámite burocrático de la conexión alma-mente; el logos me quiere, pero a veces se pasa.
Es la manera de decir que allá vamos: llenos de miedos, pero con seguridades de siempre.
Es la trama de solucionar lo solucionable.
Es la forma de generar fuerzas para propiciar lo proyectado.
Es la expresión de más; es la experiencia de creer en que sí podemos lograr lo no-creíble

Es, es, es...
Es que es lo que es,

Es que será lo que quiero que sea,

Es que será lo que queramos que sea,

Es que será lo que volvamos concreto,

Es que será lo que con orgullo permanezcamos intacto,

Es que será lo mejor que puede un "es" describir...

Así que "es" no más.
Es, así; solito.
Pero es más "es" cuando se une a más "es's" en mutación.
Quizás no se entienda...
pero el "es" que permanece, de a poco pasará a un "será", para luego volver a ser "es" de manera perpetua.

Y será un "es" definitivo.

Dije un "E-s" de-fi-ti-vo-.

sábado, marzo 24, 2007

Transantiago interno: taco in-ter-mi-na-ble

¿Les pasa que a veces comen y comen, la panza pareciera estallar, pero aún así siguen engulliendo de más?.

Bueno, si lo anterior no les ha ocurrido, a mí me ha pasado en muchas ocasiones. Y en períodos de s
obra.

El embuche de la barriga no es el único que ha tenido la mala suerte de empacharse con tanta cosa.

Si nos vamos a la parte superior del tórax (específicamente en la zona central izquierda), se darán cuenta de que en mí hay un atochamiento algo concurrente.

Es un ver-da-de-ro taco.

Y miren lo que pasó: hasta el Transantiago encontró su homólogo en mi anatomía, aunque de una manera más subjetiva, claro.

A falta de una tarjeta BIP! para el alma se seguirá insistiendo con la bocina de la conciencia, con un "tui-tui" que logre pegar un alcachofazo, o -si llego a tener un poco más de buena pata- un "¡avíspate aweonao!" (en este caso demósle al improperio un término femenino) no estaría nada de mal.

Hey, hey, hey; pero no se me pasen de lúcidos: no es fácil andar a la vuelta de la rueda. Tampoco es muy viable quedar estancada de golpe con la "pana del huevón" (insisto: póngale al agravio su toque 'doncellístico', por no decir 'huevona'). Simplemente un "sin querer me da la gana" me otorga la razón momentánea. Y darse cuenta de ello no es NADA de fácil.

El corazón sigue su bombeo, la sangre continúa su camino, las emociones siguen en su apocamiento sin causa.

Aquí no existe un Sergio Espejo a quien echarle la culpa o pedirle la renuncia, tampoco un tal señor Navarrete, ni menos una doña Bachelet que ande de gira internacional mientras en la capital de su país queda la reverenda mierda; tan sólo existe una Tamara Figueroa quien tiene como única excusa un...:
"¿y qué quiere que le haga? ¿que me haga un trasplante a lo 'Corazón de María' para solucinar el atochamiento interno?. No pues, al sentir no lo mando yo. Mi razocinio aún no da con la receta para domar a los sentimientos. Créame que éste ha intentado varias soluciones; incluso se disfrazó de paco (el 'cuasi respetable' amigo carabinero) por si lograba resolver un poco la obstrucción de las vías anímicas, pero tal como ocurre en las calles de asfalto, ha quedado más la cagada".