viernes, agosto 18, 2006

NO OLVIDAR: Debo comprar un insecticida


Mi interior se ha destruido. Mi cabeza sentó sobre sí misma. He decidido continuar con lo mío, con lo que nunca debería haber abandonado: mi vida.
Cada segundo concedido era tiempo que amedrentaba todo lo que me correspondía por derecho propio.
En fin, voy al punto: volveré a mis orígenes, a la persistencia en la sensatez.
¡Qué ingenuidad la mía!
Pensé que lograría separar esa estúpida adaptación que tienen algunos a lo común, a la ridícula rutina que les otorga esa patética seguridad inerte.

Nunca lo voy a negar, es más, me ocuparé de enfatizar siempre que lo intenté, que traté por todos los medios posibles transformar lo que muchos creen perdido. Odio admitirlo, pero he terminado cruzada de brazos al igual que el resto. He apagado la ínfima luz de credibilidad que cedía a la gente, terminé en lo que constantemente evitaba caer: la decepción.
No por ello me siento derrotada, menos quiere decir que rociaré de pesimismo cada palabra que emita. Esta vez la pena, la rabia y la desdicha se pueden pudrir juntas si así lo quieren, porque por lo menos en mis ideas y acciones no hay un espacio para sus majaderías.

Me permitiré escribir una aseveración inminente para esta circunstancia algo “especial”: por mucho que las utopías traten de disfrazarse de realidades posibles terminarán en lo que fueron sus raíces: quimeras creadas en mentes ilusas.

Bajo un puente se pasean los esfuerzos de no agotar mi paciencia, debido a que no se les permitió caminar por senderos sólidos: palabras vacías e indiferencia lograda (pero mal creada y jamás sentida, de eso estoy segura) ganaron terreno y expropiaron lo que entregué con tantas ansias.

Hoy digo no más. Hoy afronto lo que siempre resistí y que en un momento de debilidad y distracción traté de torcer. Hoy asumo las consecuencias de mis actos no premeditados. Desde hoy trazaré una línea que demarque mi territorio de mundo suspicaz y nadie la podrá borrar.

Me despido con un sabor amargo. Espero que aquello tan agrio me sirva al fin para comprender que las tentaciones dulces siempre terminan llenándose de hormigas interesadas, que lo único que buscan es el beneficio propio y que, al ver que lo dulce se acabó, se van sin siquiera dar las gracias.
Tendré en cuenta que debo comprar un insecticida, los daños que han provocado estos malditos bichos me tienen hastiada y a la defensiva. Conste que yo no quería caer en el juego de “salvarse el pellejo”, pero no me queda alternativa. Al menos, dignamente intenté alejarme. Lamentablemente, los esfuerzos fueron inútiles. Llegué a lo que nunca quise obtener: susceptibilidad.

Adiós mentes inertes, me dedicaré a seguir con mi vida que, a todo esto, bastante abandonada la había dejado.

1 comentario:

La Mala Madre dijo...

Pucha amiga.. espero te sientas bien, que todo esto que cuentas sea algo que logres pasar.. y que llegues a lo que tenias.. una mejor estancia...!!! vamos yo estoy contigo y se que muchos más vamos por una sonrrisa y un poco de alegria... eso que te caracterisa y te hace brillar...entre todas.. vamso guachita.. se que tu puedes.. desaserte de todo aquello que te pesa.. vamos camina en el aire... y encontra tu nuve.. que siempre ha estado ahi!!!

te kiero mucho y vamos ke se puede..!!!

espero saber de ti!!!

te kero!